TRANSFORMACIÓN DIGITAL Y DESARROLLO LOCAL: REFLEXIONES
SOBRE SU GOBERNANZA
DIGITAL
TRANSFORMATION AND LOCAL DEVELOPMENT: REFLECTIONS ON THEIR GOVERNANCE
Alina
Ruiz Jhones I
Yarina Amoroso Fernández II
I Universidad
de La Habana (UH), La Habana, Cuba
✉ruizjhonesalina@gmail.com; ✉alina.ruiz@iris.uh.cu
II Universidad
de las Ciencias Informáticas (UCI), La Habana, Cuba
✉yaf1962@gmail.com; yarina@uci.cu
*Autor para dirigir correspondencia: ruizjhonesalina@gmail.com
Clasificación
JEL: L86, O32
DOI: https://doi.org/10.5281/zenodo.11561077
Recibido: 13/02/2024
Aceptado: 29/04/2024
El
desarrollo local (DL) y la transformación digital (TD) se consideran vitales en
las esferas económico y social de Cuba. Sin embargo, no se ha logrado una
comprensión completa de su significado y alcance, ni cuáles son sus factores claves,
cómo deben complementarse y existen oportunidades de mejora con su gobernanza,
que al no tenerse en cuenta atentan contra su éxito y su impacto en la nación.
En el artículo se reflexiona sobre estos temas y se ofrecen algunas propuestas para
su solución.
Palabras clave: desarrollo local, transformación digital, gobernanza,
capacitación, integración.
Abstract
Local development (DL) and
digital transformation (TD) are considered vital in the economic and social
spheres of Cuba. However, a complete understanding of its meaning and scope has
not been achieved, nor what its key factors are, how they should be complemented
and there are opportunities for improvement with its governance, which, if not
taken into account, threaten its success and its impact on the nation. The
article reflects on these issues and offers some proposals for their solution.
Keywords: local development, digital transformation, governance,
training, integration.
Introducción
El
desarrollo local (DL) y la transformación digital (TD) se han convertido en
expresiones de moda en el vocabulario de directivos y comunicadores, incluso
del ciudadano. Constantemente se conocen ejemplos de diferentes emprendimientos
locales, con mayor o menor impacto, y son muchas las noticias que comienzan con
“En el marco de la TD que tiene lugar en el país…” A juicio de las autoras, sin
embargo, estos términos se usan frecuentemente sin un conocimiento exacto de su
significado. Son cambios disruptivos en el entramado socio-económico del país y
que, bien diseñados y gobernados, pudieran constituirse en impulsores decisivos
de transformaciones dirigidas a que Cuba sea más próspera y el pueblo más
feliz, conservando su libertad e independencia tan duramente logradas.
Uno de los
temas fundamentales que resalta en este acercamiento al DL y la TD es el de la
gobernanza, otra palabra muy traída y llevada en nuestros días. En este
sentido, se observa una ausencia de integración de esfuerzos, de armonización para
lograr un mejor uso de los escasos recursos con que se cuenta y un mayor
impacto de las iniciativas que se desarrollan. Problemas que deben ser
resueltos a nivel nacional son objeto de proyectos locales, problemas que
requieren soluciones de dirección se tratan solo como temas científicos, se
desarrollan esfuerzos paralelos de emisión de políticas públicas y regulaciones
que no se complementan, que denota ausencia de una gobernanza efectiva de las
estrategias de desarrollo.
Partiendo
de un análisis realizado por las autoras sobre la armonización de las
estrategias de desarrollo local y transformación,1 este artículo
tiene como objetivos la profundización en el significado de los dos conceptos
claves, DL y TD, y en su necesaria complementación, así como reflexionar sobre la
necesaria y adecuada gobernanza de estos cambios y proponer posibles pasos para
su abordaje.
Puntos de partida
Al hablar
de DL se utiliza la definición que recoge la Política para Impulsar el
Desarrollo Territorial (PIDT), que presenta al DL como “un proceso
esencialmente endógeno, participativo, innovador y de articulación de intereses
entre actores, territorios y escalas (municipal, provincial y
sectorial/nacional). Se sustenta en el liderazgo de los gobiernos municipales y
provinciales para la gestión de sus estrategias de desarrollo dirigidas, desde
la gestión del conocimiento y la innovación, al fomento de proyectos que
generen transformaciones económico-productivas, socioculturales, ambientales e
institucionales, con el objetivo de elevar la calidad de vida de la población.”
2
Para la TD,
se usará el concepto del libro “Habilitando la Transformación Digital”,
auspiciado por la Unión de Informáticos de Cuba (UIC), del 2022. En su Capítulo
I.1, “Conceptos y pilares de la TD” se encuentra la definición, que se acoge:
“(…) la Transformación Digital es un cambio cultural, donde lo digital es el
eje conductor, que atraviesa transversalmente a toda la sociedad, disruptivo,
inclusivo, continuo, generador de nuevas formas de hacer y de pensar, no solo
en cuanto a los procesos tecnológicos, sino también en cuanto a las estructuras
administrativas y procedimientos de actuación”.3
Quizás no
es la definición de TD más exhaustiva; no se habla aquí de aspectos tan
importantes como el papel protagónico del ciudadano como centro y constructor
de la “sociedad digital”; o de la creación de valor que debe portar cualquier
iniciativa de TD; pero este concepto recoge lo que verdaderamente define la TD:
el principio lo digital como elemento conductor; “digital first”. Es decir, pensar desde lo
digital. No copiar, con tecnologías digitales, lo que se hace analógicamente,
con papel y mucha burocracia; digital desde el diseño, aprovechando las
inmensas posibilidades de estas tecnologías para acortar tiempos, espacios,
recursos, trámites; hacer la vida más fácil, productiva y agradable.
Ambos
procesos de cambio, la TD y el DL son complejos, en el que intervienen
múltiples actores como co-creadores, su objetivo es
la mejora de la calidad de vida de la gente en Cuba mediante la transformación
de la sociedad y la economía, y en ellos el ciudadano debe jugar el papel de
promotor y protagonista. Son claves la participación, la articulación de
intereses, el liderazgo de los gobiernos a los distintos niveles, la gestión de
estrategias de desarrollo desde el conocimiento y la innovación. En ambos casos,
se hace referencia a cambios culturales, disruptivos, que dejan atrás los
paradigmas que han dictado esta actuación durante mucho tiempo.
En el caso
del DL, se trata de alejarse de la verticalización excesiva, del esperar a que
todo venga “de arriba” y del temor a la desviación de indicaciones y demandas, que
no siempre se adaptan a las características del territorio en cuestión. Se
trata de movilizar todas las iniciativas, el entusiasmo, el conocimiento, la
creatividad y las ganas de hacer que existen en todas partes. Con un
pensamiento estratégico, estableciendo prioridades, con liderazgo de los
gobiernos locales, pero dando el espacio que merece a la iniciativa ciudadana.
En el caso
de la TD, se trata del despojo del pensamiento burocrático aprovechando el
paradigma digital. Eso significa que la información que se necesita para
dirigir se capture, almacene y analice digitalmente, con inmediatez y
seguridad, con integridad y oportunidad, permitiendo así el descubrimiento de
patrones, tendencias, hechos avalados científicamente, alejándose del empirismo
en la toma de decisiones. Por otra parte, se requiere que el ciudadano sea
también gestor de sus necesidades que conectan a diversas entidades, en
ocasiones dentro de un mismo ministerio, para ejecutar un simple trámite.
Significa ahorro, eficiencia, transparencia y participación efectiva del ciudadano.
Análisis de la situación actual
Cambios tan
profundos en las habituales formas de hacer y pensar exigen estrategias bien
trazadas, inteligencia, perseverancia, planificación, recursos y una dirección con
el diseño y armonización de estrategias específicas. No resultan de una simple
evolución de lo que ya existe. No quiere decir que no haya continuidad, sobre
todo en el propósito de hacer la sociedad cada vez mejor, más justa, más
independiente, revolucionaria y placentera para los cubanos. Pero los cambios
en las maneras de hacer y gestionar asociados al DL y la TD son radicales. Hay
que aprenderlos y, a veces, imponerlos, y siempre buscar el consenso y
participación protagónica de los ciudadanos, como creadores activos y no
simples consumidores.
Es, por lo
tanto, fundamental, que los decisores, a todos los niveles, entiendan bien de
lo que se trata. Siendo ambos cambios estratégicos, tienen que estar liderados
por los jefes máximos a todos los niveles.
En el caso
del DL, esta comprensión quizás haya avanzado algo más. El DL tiene más camino
transitado en Cuba. Hitos en su impulso son el surgimiento de la red de Gestión
Universitaria del Conocimiento y la Innovación para el Desarrollo (GUCID) en 2006, el de Plataforma
Articulada para el Desarrollo Integral Territorial (PADIT) en 2014, como resultado del
acuerdo marco entre el Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera
(MINCEX) y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con proyectos
para el desarrollo local en varias provincias del país, y el hecho de la
aprobación, en julio de 2020, de la ya mencionada Política para Impulsar el
Desarrollo Territorial. También, se han elaborado, a nivel municipal, las
Estrategias de Desarrollo Local (EDM), con diversa calidad y profundidad, pero
importantes como un primer paso para organizar esfuerzos y prioridades.
Se le
presta una gran atención de la dirección del país al tema DL desde hace unos
años. Sobre ello, se plantea: “El DL ocupa un importante lugar en la agenda del
estado y gobierno cubano”,4 expresado en numerosas intervenciones
por el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez.5 Al respecto, en el
sistema de trabajo del Consejo de Ministros se desarrollan sistemáticamente las
visitas a los territorios, con un énfasis que se le pone a la función de las
universidades en sus interacciones con las organizaciones que representan a los
ministerios, los grupos empresariales, empresas y gobiernos municipales. El DL constituye
una política pública de importancia estratégica que ocupa un lugar central en
las agendas de los gobiernos a nivel municipal y provincial y reclama también
la actuación de los organismos de la administración central del estado, el
Consejo de Ministros y la propia presidencia del país; el objetivo general de
las visitas gubernamentales ha sido analizar el estado actual y perspectivo de
los principales programas de desarrollo de la provincia y los municipios, el intercambio
con los cuadros, trabajadores y pueblo en general.6
Finalmente,
se destaca lo planteado en la Constitución de la República aprobada en 2019, sobre
el papel de los territorios en el desarrollo del país y los derechos del
gobierno en cada municipio. Su artículo 168 establece que “El municipio es la
sociedad local, organizada por la ley, que constituye la unidad
política-administrativa primaria y fundamental de la organización nacional;
goza de autonomía y personalidad jurídica propias a todos los efectos legales,
con una extensión territorial determinada por necesarias relaciones de vecindad
económicas y sociales, de su población e intereses de la nación, con el
propósito de lograr la satisfacción de las necesidades locales”.7
Establecidos
todos estos elementos positivos y habilitadores del DL, se debe insistir en que
existen importantes barreras culturales a derribar. Existen decenas de años de
inmovilismo horizontal, en el que la centralización ha mediado sus caracteres
más sobresalientes, atando el despliegue de la iniciativa propia; la
institucionalización municipal alcanzada desde el año 1976, perfeccionada en el
año 1992 y refundada en el año 2019, está demandando la realización efectiva de
algunos de sus presupuestos fundacionales.8
En este
sentido, se quiere apuntar cómo la integración de acciones de TD puede impulsar
el DL. En primer lugar, por la ubicuidad actual de las tecnologías digitales,
que están cada día más presentes en las vidas de los ciudadanos, a pesar del
atraso tecnológico, reclaman y proponen la existencia de aplicaciones,
plataformas, soluciones digitales que ayuden a agilizar y simplificar trámites,
acercar servicios y acortar sus plazos de ejecución y establecer espacios
eficientes de participación ciudadana. La riqueza de posibles impactos de la TD
en el DL es inagotable.
Sin
embargo, una revisión realizada por las autoras a una muestra de las ya
mencionadas EDM de algunos municipios (de Pinar del Río, La Habana, Holguín y
Guantánamo) arrojó que acciones de digitalización de información o
informatización de procesos estaban prácticamente ausentes. Esto trasluce la
falta de conocimientos de los decisores, a nivel municipal, sobre el alcance y
posible impacto de las tecnologías digitales.
En el año
2018 se reportaba en (Parte 5, pp 205-222) el
resultado de encuestas a 262 directivos y especialistas pertenecientes a 56 organizaciones de
17 sectores de la economía (83 % laboran en empresas y el 15 % en la administración
pública) las que arrojaron que las proposiciones relativas al liderazgo de las
transformaciones digitales no son puestas en práctica en la muestra
diagnosticada, ya sea porque no se tiene el conocimiento, no se ven asociadas
con las funciones y responsabilidades, o no se ve la necesidad.9
Es una
realidad que la más alta dirección cubana ha mostrado un entendimiento del
papel de las tecnologías digitales en el progreso económico y social, que
forman parte de los Lineamientos de la Política Económica y Social del 2021 al
2026 y del Plan Nacional de Desarrollo económico y social al 2030.10
El 7 de julio de 2023, el Primer Secretario del PCC y Presidente de la
República de Cuba sostuvo un encuentro con jóvenes del sector de la informática
y las telecomunicaciones y les pidió aprovechar todas las conexiones entre todos
los sistemas, con vistas a llegar con la transformación digital hasta cada
barrio y comunidad. La integración y uso de la ciencia y la innovación, la
informatización de la sociedad y la comunicación social constituyen los tres
pilares que el gobierno (y el Partido) a todos los niveles deben gestionar
permanentemente.11 Se refirió también a la necesidad de, aprovechar
lo planteado en el Sistema de gestión de gobierno basado en ciencia e innovación
(SGGCI),5 que es aprovechar todas las interconexiones entre el
sector del conocimiento, el productivo y el de bienes y servicios, y el de la
Administración Pública con las normativas que apoyan, pero llevando todo al
desarrollo local, y cómo desarrollar la transformación digital a nivel de
comunidad, de barrio, y a nivel de municipio.11
¿Cómo enfocar la solución de estos problemas?
A juicio de
las autoras del artículo, hay dos palabras clave para avanzar en este sentido:
gobernanza y capacitación. Se hará referencia, en primer lugar, a la
gobernanza. La definición adoptada es de un estilo de gobierno caracterizado
por un alto grado de cooperación entre las administraciones públicas y los
actores no gubernamentales, que se reflejará, en particular, en la hechura de
las políticas públicas. Se traducirá en acciones coordinadas y gobernadas, lo
que no quiere decir excesivo control jerárquico, sino orden y armonización de
esfuerzos en pro de conseguir los objetivos comunes, que se deben definir con
la participación de todos los sectores involucrados.
Gobernanza
es integración horizontal y vertical, unión de esfuerzos y propósitos,
colaboración, supervisión y medición de resultados, lo que se necesita alcanzar
con urgencia. Ejemplos de no gobernanza en la transformación digital pueden ser
decisiones que se toman a nivel nacional sobre trámites o servicios locales,
mientras, simultáneamente, hay territorios que están desarrollando, de manera
independiente, soluciones informáticas para facilitar tales trámites o
servicios. Se llegan a implantar algunas de esas soluciones y luego un nivel
superior no las autoriza, lo que denota la no coordinación y el consiguiente
desperdicio de esfuerzos y recursos con impacto negativo en la población. O el
caso de sistemas fundamentales para digitalizar procesos y servicios de alta
complejidad, que han tardado muchos años en desarrollarse, a pesar de existir
organismos que dirigen los sectores correspondientes a nivel central y que
poseen entidades que se ocupan de las Tecnologías de Información y las
Comunicaciones (TIC); mientras, proliferan iniciativas de distintas empresas,
universidades y otras entidades, que compiten entre sí, sin lograr
interoperabilidad y un verdadero impacto.
Cuba como
país de escaso de recursos, no puede darse el lujo de no usarlos eficaz y
eficientemente. Para ello es imprescindible la gobernanza en el sentido de
poner de acuerdo, coordinar y aunar esfuerzos, voluntades, y supervisar y medir
el impacto de lo que se hace, para no duplicar vanamente emprendimientos y lograr
así enfocar mejor las acciones que se lleven a cabo.
En el caso
de la TD, si bien en el 2017 se emitió, por el Ministerio de Comunicaciones (MINCOM)
una política pública para el impulso a la informatización de la sociedad,12
esta no desató la dinámica esperada, aun cuando no puede dejar de reconocerse
el reciente avance de Cuba, sobre todo en términos de infraestructura y acceso
a Internet, ralentizado actualmente por la situación de la economía cubana y el
férreo bloqueo económico, comercial y financiero de los Estados Unidos impuesto a
nuestro país.
El fallo
está, a juicio de las autoras, en que una política pública sobre un tema
transversal no puede ser dirigida por un ministerio vertical, que no tiene
línea de mando con respecto a otros OACE ni al Poder Popular, desde la Asamblea
Nacional del Poder Popular hasta los gobiernos municipales y consejos
populares. Aun cuando se den las orientaciones, creen comisiones para distintos
temas (interoperabilidad, gobierno electrónico, y muchas otras) estas
iniciativas no tuvieron el éxito e impacto necesario.
Ahora que se
evoluciona hacia el concepto de TD, con su prioridad a lo digital como hilo
conductor de todos los procesos, la participación ciudadana como co-creadora de la sociedad digital en Cuba y la creación de
nuevas formas de hacer basadas en lo digital, no se puede ignorar esta
contradicción de horizontalidad de la TD versus verticalidad de un ministerio
sectorial.
La
gobernanza de la TD tiene que ejecutarse desde una entidad adscrita al más alto
nivel del gobierno, con fuerza de dirección y coordinación universales. Se
pueden estudiar las experiencias internacionales más exitosas de la gobernanza
de la TD y, en general, se observará la existencia de una entidad –agencia,
secretaría, ministerio- con alcance totalmente transversal, cuya principal
tarea es ejecutar esta gobernanza. Expertos, como Alejandra Nasser, plantean que,
aunque existen diferentes modelos de gobernanza digital, se puede identificar,
entre los elementos comunes o patrones que se observan en los países que han
alcanzado resultados que el liderazgo y rectoría de esta transformación digital
requiere de un ente rector, que habitualmente reside en el centro del gobierno.13
En ese documento se plantea que se debe diferenciar entre la gobernanza
digital y la institucionalidad que se hará cargo del gobierno digital. En tanto
que la primera define los alcances y contenidos, la política pública, el marco
normativo, el liderazgo, la infraestructura y las soluciones comunes (entre
otros temas transversales), la segunda plantea el esquema de articulación
organizacional (funciones, perfiles, competencias) e institucionalidad (ley,
decreto o norma que le da atribuciones) encargado de brindar los servicios y
las soluciones digitales para los servicios del Estado.
Un ejemplo
paradigmático de una acelerada transformación de la sociedad y la economía con
protagonismo de lo digital, es Estonia, un país pequeño, de menos de 2 millones
de habitantes y pocos recursos naturales, con una economía floreciente, gracias
a su dinámica estrategia de impulso a la TD de su sociedad. Reportaban en el
año 2020 una penetración de Internet del 92% de la población, velocidad de
acceso promedio de alrededor de 50 Mbps, 100% de las escuelas conectadas a
Internet, en el año 2019 el 99,6% de las transacciones bancarias se ejecutaban
en línea, el 97% de las declaraciones de impuestos se presentaban
electrónicamente, el 95% de las tarifas de estacionamiento se pagaban a través
del móvil y el 99% de los servicios públicos está digitalizado.14
¿Quién
organiza, ejecuta y dirige todo este enorme esfuerzo? Cuentan con una entidad
denominada Academia de la Gobernanza Electrónica, e-GA, la que se crea en el
año 2002, como un centro de excelencia, iniciativa conjunta del Gobierno de
Estonia, el Open Society
Institute y el PNUD que ayuda al sector público y
a las organizaciones de la sociedad civil a hacer realidad la transformación
digital. Utilizan la consultoría, capacitación, creación de redes,
investigación con la implementación de soluciones técnicas de gobierno
electrónico; desempeñan un rol clave en la planificación e implementación de
políticas de gobierno electrónico y transformación digital, incluida la
formación de las organizaciones líderes responsables del desarrollo del marco
de interoperabilidad de la nación, el desarrollo y la gestión del marco legal y
técnico relacionado.15 Constituye una entidad de nuevo tipo,
investida por el Estado de toda la autoridad necesaria y recursos, con alta
capacidad de convocatoria a todos los sectores.
Aunque el
caso de Cuba sea diferente, sobre todo en cuanto a recursos y limitaciones para
acceder a financiamientos internacionales y limitaciones impuestas por el
bloqueo de los EE.UU., con más razón impone la necesaria búsqueda de mejores
formas para ser más eficientes, efectivos y ágiles. La urgencia es fundamental
y no se aprecia toda su magnitud. Las plataformas digitales, la Internet (que,
según nuestro Comandante en Jefe “parece inventada para nosotros…consciente
de que la tecnología no es ni buena ni mala, sino poder en las manos de quienes
la tienen, un poder que nunca es neutral”.16 Resulta relevante el
papel de la Internet en el que no puedo ser una autopista bidireccional, y lo
que no se haga por nosotros mismos, llegará y será implantado en una suerte de
nueva colonización cultural que podría limitar nuestra independencia. Hay que
tomar la Internet, nuestro ciberespacio, con propuestas innovadoras, frescas y
cubanísimas. Si hicimos nuestras vacunas y ganamos la guerra a la COVID-19,
¿cómo no vamos a poder hacer esto?
Hay otro
aspecto directamente relacionado: el de la emigración, sobre todo de jóvenes,
que se van de Cuba tras los sueños de una vida más fácil, de riquezas
materiales y exenta de los trabajos que, objetivamente se vive en el país, en
un día a día muy difícil, provocado por el criminal bloqueo yanqui que destroza
nuestra economía hace más de 60 años. Esta situación condiciona insuficiencia
de fuerza de trabajo calificada. En el caso de la TD el efecto es ya sensible.
Aunque se estudie Informática o Computación en todas las provincias del país,
incluso con carreras nuevas como la Bioinformática, la Ciberseguridad o la
Ciencia de Datos, los graduados, sencillamente, no alcanzan. Y la TD demanda
muchos y buenos especialistas para desarrollar las plataformas, sistemas y
aplicaciones necesarias, y mantenerlas. Esto subraya la urgencia que se aborda
en esta reflexión. La TD (junto con el DL) no constituyen una apuesta al
desarrollo, es la apuesta al desarrollo, a la salvación del país, su
independencia y la sociedad socialista y próspera que se quiere construir.
Si se
quiere avanzar en la TD del país, hay que resolver su gobernanza. No basta con
la presentación de ponencias en reuniones y congresos, con excelentes
soluciones informáticas que se presentan como ejemplos de TD. La TD, tiene que
ser un esfuerzo integrado, mancomunado, dirigido, regulado, que tiene que
desarrollar sus soluciones bajo estándares de interoperabilidad (no sólo
nacionales) e impactar la vida para mejor.
Dando
espacio a toda la iniciativa y creatividad de los cubanos, se tiene que
ordenar. Hay que garantizar el espacio regulatorio y tecnológico
imprescindible. Un ejemplo de lo que no es TD es, precisamente, la no
formulación aún del marco cubano de interoperabilidad, sin el cual no hay TD
posible. Hasta el día esta formulación se ha estado llevando mayormente desde
un proyecto científico en un Programa Nacional de Ciencia, Tecnología e
Innovación. Sin dejar de admitir que un tema tan peliagudo como la interoperabilidad
tiene que tener un enfoque científico, ¿cómo vamos a concentrar el esfuerzo de
país para establecer un marco que es habilitante de la TD no debe ser parte sólo
de un proyecto de investigación, que tiene sus propios ritmos y urgencias, que
no son las de la TD? Desde 2017 existe en el MINCOM un grupo que aborda el tema,
cuya labor fue ralentizada por la pandemia de la COVID-19, que se ha anunciado
retomará su trabajo en el 2024, y no ha logrado el impacto esperado, debiendo
ser más ágiles los ritmos que se necesitan de la TD en el país.
En tal
sentido, las autoras proponen una medida revolucionaria y disruptiva, como la
propia TD: resuélvase el tema gobernanza, con la creación de una entidad
adscrita al máximo nivel del Estado y del Gobierno; esta entidad debe estar
investida no sólo de toda la autoridad necesaria, sino de los recursos que se
puedan dedicar centralmente a la TD. Los
Organismos de la Administración Central del Estado (OACE) y los gobiernos
locales tendrán que enfatizar en la movilización de recursos propios. Esta
entidad será el brazo ejecutivo y el cerebro planificador, metodológico y
ordenador, en definitiva, de la dirección del país para la TD.
Integrar estrategias
La TD y la
DL deben integrarse para alcanzar el éxito de ambas. Desde la gobernanza
central de la TD, deben garantizarse los sistemas y plataformas generales y en
los OACE verticales deben desarrollarse las soluciones de alcance nacional para
sus sectores respectivos, siempre cumpliendo con los preceptos de
interoperabilidad que se establezcan. Pero hay temas locales que sí pueden y
deben ser abordados, desarrollados e implementados con las fuerzas y recursos
territoriales.
En un
Indicativo que se redactó por un grupo de consultores, del que forman parte las
autoras, para los proyectos informáticos que se desarrollan en varias
provincias de Cuba en el marco de PADIT,17 se alertó de la necesidad,
a la hora de definir un emprendimiento de TD para un municipio, de tener en
cuenta los aspectos siguientes:
1.
A quién beneficiará el proyecto, impactos esperados en la
ciudadanía y su medición.
2.
Definición de las contrapartes de la administración
pública y coordinación con otras entidades o niveles gubernamentales
involucrados en la actividad.
3.
Equipo de desarrollo, estructura y estabilidad a través
de la contratación.
4.
Sostenibilidad en el tiempo, con mantenimiento de la
solución y precisión de sus requisitos.
5.
Capacitación de usuarios, gestores de la solución y campaña
comunicacional.
6.
Interoperabilidad.
7.
Sustentabilidad del proyecto.
8.
Escalabilidad y posibilidad de uso en otros territorios.
9.
Redundancia con otras soluciones ya existentes, tanto
cubanas, como libres en internet.
10.
Conocimiento y respeto del marco legal relacionado con la
solución.
11.
Seguridad informática: del código, del acceso de los
usuarios y de los datos, tanto personales como corporativos, que puedan estar
involucrados.
Pueden
parecer indicaciones muy básicas, pero la realidad con que se topó el grupo de
consultores es que muchos de estos aspectos no se contemplaban a la hora de
formular los proyectos. Por ejemplo, en dos provincias diferentes se planteaban
la informatización de los trámites de vivienda, sin colaboración entre ellas y
desconociendo que esto mismo se estaba haciendo a nivel de país. Con ello, se
triplicaban esfuerzos y recursos y, probablemente, las soluciones locales nunca
se utilicen cuando se implante la solución nacional.
Entonces,
¿qué hacer en los municipios y provincias? ¿Solo esperar las soluciones de los
niveles superiores?
Por
supuesto que no. El papel de los territorios en la TD del país es
importantísimo. En primer lugar, recuérdese que todos los municipios se
parecen, pero todos son diferentes. Y esas diferencias pueden significar
servicios, trámites, procesos y productos informáticos que deben y pueden
resolverse localmente. Siempre cuidando por su interoperabilidad con otras
soluciones ya en funcionamiento y por el consumo de servicios nacionales
imprescindibles, como la Ficha Única del Ciudadano.
Entre los
propios proyectos que se enmarcan en PADIT se encuentran dos que pueden servir
de ejemplo. Uno es la digitalización de los registros del cementerio de una
localidad, para facilitar a las familias las gestiones que en este lugar se
realizan; el segundo, una solución que informe a los ciudadanos acerca del horario
de recogida de la basura. Cómo se ve, se trata de problemas locales, que pueden
y deben ser resueltos en el territorio, con recursos propios y que impactarán
favorablemente en la calidad de vida de la población.
Otro
ejemplo ilustrativo es el trabajo que se viene haciendo en Camagüey, a partir
del surgimiento de CoLab (un proyecto que ya está en
5 ciudades cubanas, con el protagonismo de la UIC en cada territorio, y un
financiamiento inicial de la Unión Europea https://co-lab.uic.cu/).18 En Camagüey se destaca
la manera inteligente en que se enfocaron en sectores como el turismo, la
cultura y la preservación del patrimonio de la ciudad cabecera, todos muy
asociados al desarrollo local.
Y no es que
los territorios no puedan aportar en la digitalización de procesos o trámites
generales, que se dan de manera similar en todo el país o que dependen
fuertemente del nivel nacional. Pero, en este caso se hace referencia al
instructivo citado anteriormente. Hay que conciliar con todos los niveles,
desde el municipio hasta la nación, y con otros territorios que pudieran ser
usuarios de la solución que se desea desarrollar. Si el nivel central está de
acuerdo con que un territorio dado se involucre en la informatización de algún
proceso, servicio o trámite de alcance nacional, ya estaría, de facto,
santificando que lo que se haga allí será de uso y utilidad en todo el país o,
al menos, será interoperable con otros sistemas o plataformas nacionales con
similar propósito. Y no se corre el riesgo de tener que desechar una solución,
una vez desarrollada e implantada localmente.
Lo que
lleva a pensar, de inmediato, en otras zonas de la TD donde la iniciativa local
es imprescindible, citando algunos ejemplos a continuación:
•
Acompañamiento de los especialistas TIC locales en la
implantación de soluciones informáticas de los niveles superiores. Es
importante el apoyo de especialistas en el entrenamiento a los usuarios de
nuevas soluciones, más aún cuando se introducen nuevas prestaciones, o cuando
se trata de usuarios lejanos a las tecnologías digitales, como los de edad
avanzada.
•
Creación de espacios para estimular la iniciativa ciudadana
en torno a la TD, a partir de las necesidades y condiciones territoriales. Esto
es fundamental y, esencialmente local. Lugares con condiciones adecuadas para
que todo ciudadano, que tenga una idea interesante para impulsar la TD y el DL,
encuentre allí un espacio de incubación. Estos espacios, bien gestionados, se
convertirán en motores para impulsar la transformación de los territorios,
donde se respire la alegría de crear para todos, para una sociedad cubana
mejor.
•
Alfabetización en tecnologías digitales a todos los
ciudadanos. Este es un asunto peliagudo. En el criterio de las autoras, no es
un problema que pueda ser resuelto, al menos no en un plazo breve, desde el más
alto nivel de dirección. Se trata de TODOS, desde los niños hasta los ancianos,
incluso los que tengan algún tipo de discapacidad. Al final, todos van a ser
ciudadanos de la nueva sociedad digital, y eso, hay que aprender a serlo.
Este es
otro de los temas imprescindibles de este artículo. Comenzando por la educación
general, la formación de niños y jóvenes debe ser actualizada urgentemente. No
se trata de hacerlos usuarios de este o aquel sistema; se trata de hacerlos
conscientes del mundo al que se transita. Hay que enseñarles lo que significa
la TD; hacerlos conocedores de sus deberes y derechos como ciudadanos
digitales, de las oportunidades y riesgos que entraña el uso masivo de estas
tecnologías; y prepararlos técnicamente para que puedan ser partícipes activos
del cambio. Eso significa, entre otros temas, que deben aprender a programar, hay
que revisar los contenidos de otras materias, como “El mundo en que vivimos”,
“Educación Cívica”, y otros, porque ese mundo está cambiando a alta velocidad,
y hay que enseñar a los habitantes del futuro.
De igual
manera, tienen que ajustarse los planes de estudio de todas las carreras de la
Educación Superior, un tema que se discutió hace más de dos años en el Consejo
Nacional de Innovación,19[15] aunque no se hayan apreciado estos
cambios de manera general, entendiendo que se trata de un concepto integrador.
Hay que
capacitar a toda la población que no esté escolarizada. Esto supone un esfuerzo
gigantesco, en el que hay que usar todas las vías, espacios y posibles actores.
Especialistas TIC de los territorios, sean de Joven Club de Computación y
Electrónica (JCCE), la Unión de Informática de Cuba (UIC), las empresas TIC del
territorio (estatales o privadas); centros educativos, en particular las
universidades y sus carreras afines; todos deben unirse en esta gran tarea. Las
propias herramientas digitales deben servir de fuerte apoyo para esto. El
territorio que se proponga convertirse en un “municipio o ciudad inteligente”
debe, en primer lugar, plantearse cómo resolver esta problemática.
Dentro de
la capacitación de todos para la ciudadanía digital, se subraya lo que se
mencionó con anterioridad: puesto que la TD supone un cambio estratégico, debe
ser liderada por los máximos dirigentes de cada territorio o entidad. Se debe
prestar especial atención, por lo tanto, a la formación en TIC de los
directivos. El cuadro debe entender de estos temas para poder dirigir
efectivamente e la actualidad. Se hace alusión al impresionante
ejemplo del Comandante en Jefe, estudiando computación en las madrugadas, a sus
más de 70 años, porque entendía muy bien lo estratégico de las tecnologías
digitales en el mundo actual y en el futuro del país. En el mes de enero de
2024, el Consejo Nacional de Innovación
analizó la Política de Transformación Digital y Agenda Digital Cubana 2030,
acordándose su aprobación en el Consejo de Ministros, destacándose que la TD es
un proceso evolutivo, constituye un cambio cultural y un nuevo paradigma; el
propósito principal es la prosperidad y sostenibilidad de la sociedad socialista
para el bienestar de los cubanos, debe contribuir a la defensa de la soberanía
nacional a la seguridad y la protección del país e impacta en la elevación de
la calidad de vida, en la comunicación social, en la información de interés
público y en la economía.20
Conclusiones
En el artículo
se ha pretendido alertar de un grupo de elementos clave en el éxito de dos
importantes estrategias que se han propuesto el país: el DL y la TD. En primer
lugar, la necesaria integración de ambas, que debe arrancar desde las
Estrategias de Desarrollo Municipal. Para ello se requiere de una gobernanza
bien definida y que alcance a todos los sectores y niveles, en especial en la
TD, ya que es un cambio que atraviesa a toda la sociedad y la economía.
En el artículo
se reflexiona sobre la urgencia del y se sugieren algunos pasos para su
solución. Se enfatiza en la necesaria capacitación de toda la ciudadanía, con
énfasis en los directivos, y se destaca el papel de los territorios en esta
tarea fundamental.
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Conflictos
de intereses:
Los autores refieren no presentar
conflictos de intereses.
Contribución
de los autores:
·
Alina Ruiz Jhones:
Conceptualización, Investigación, Escritura, Borrador Original.
·
Yarina Amoroso Fernández: Conceptualización, Investigación,
Redacción: revisión y edición.